Wednesday, July 27, 2011

(Midnight in Paris - Medianoche en París) Spectaculaire!!!

París. Imposible no enamorarse de París. Ciudad hermosa, alucinante, romántica por donde se la mire. Historias en cada rincón, de esas historias mínimas que merecen ser contadas, y de las grandilocuentes  que quisiéramos haber atestiguado. Ya las primeras escenas de este espectacular film nos dejan pasmados, nos trasladan a otra realidad, utópica tal vez, pero pacificadora, relajante, con una música que nos va acomodando lentamente en nuestro asiento, para dejarnos casi en el limbo y entregarnos a ella, la magnifica París.
Woody promete y cumple. Recuerdo la primera vez que vi el poster en alguna calle de Buenos Aires, y me pregunté ¿Owen Wilson y Woody Allen? Pero la sorpresa no se dejó esperar, fue impresionante al primer impacto: Owen es Woody Allen, solo que hace 40, 50 años atras. La belle epoque del mismo Woody. Increible, plausible, ahí estaba....Woody con unas cuantas canas menos. Pero era él, reconocible a la primer mirada. Lo cual se lleva mis más sinceros aplausos hacia Owen, todo, la forma de hablar, la gesticulación, un perfecto alter ego. Volver a esas, LAS películas de Woody, ya no en Nueva York, sino ahora en la deslumbrante París.
Como sabrán, no me gusta arruinarle la película a nadie. Con lo que me atendré  a criticar desde afuera, para entusiasmarlos, como quien dice. Las "imitaciones" de los personajes históricos están tan bien hechas, que personalidades del siglo pasado se nos aparecen ante nuestros ojos, incluso antes de ser presentadas. Tanto es así que en una escena, juraría, aunque no lo diga, que junto a Stein esta Freud, riendose por lo bajo. Como que me llamo Lucia.
Marion Cotillard, como siempre, no deja de deslumbrar, con esa pasividad y dulzura que caracterizan sus últimos personajes y que nos hipnotizan, como un elemento más de esta ensoñadora película.
Lo increible, lo mágico que tiene esta película es su efecto similar al flautista de Hammelin: nos va encantando con su música  hasta dejarnos allí, donde solo el cine puede dejarnos, ese letargo paradisíaco, del que solo nos sacan los créditos. A eso llamo yo una buena película.
Por último, pero no por eso menos importante, un buen mensaje: el saber apreciar el aqui y ahora, nuestro presente, que es todo lo que tenemos, el convencimiento de que todo pasado no siempre fue mejor. Al decir de Owen Allen, siempre querremos volver a nuestra Belle epoque, pero la gracia es esa, el paraiso se vuelve tal una vez que Adan y Eva lo abandonan, la gracia es volver a buscarlo más adelante, para darse cuenta lo que era cuando uno ya lo perdió. La vida misma. Entonces, disfrutemos señores, que al menos la muerte nos da una ventaja. Saber que existe, para disfrutar cada momento como si fuera el último.



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